Considero que si estamos presentes ante en una sociedad que vive a dos velocidades o ritmos diferentes; Una clásica o normal, y una moderna y participativa, que a lo mejor por ser parte de nuestro normal desarrollo y convivencia muchas veces no es tan fácil de percibirlas, necesitamos de un tiempo y espacio de reflexión para lograrlas identificarlas.
La primera, sigue los canales regulares, donde nos acostumbraron a esperar las noticias de los diarios, los trámites burocráticos, al profesor en el salón de clase o la chica que nos gusta para entregarle una poesía que hemos copiado de algún libro. Somos dependientes de un proceso, decisión o tiempo de alguien, no tenemos más alternativa que esperar, somos simplemente receptivos.
La otra, es mucho más participativa, minimiza el efecto de las fronteras y los horarios. Ya no tenemos que esperar la publicación de la noticia en el papel, la noticia actualizada nos llega a nuestro e-mail; algunas organizaciones públicas trasladaron su atención al cliente a su portal web; el profesor dicta sus clases a miles de kilómetros de donde están sus alumnos, y el novio chatea con su pretendida desde su blackberry mientras ella trabaja en su PC.
Me gustaría hacer hincapié en esta segunda velocidad o ritmo, pues la nuevas generaciones nacen en ella y sus hábitos de vida se “mueven” entorne en ella; así pues por ejemplo, mientras mi abuelo acostumbraba pagar las planillas de luz en la ventanilla de la misma empresa eléctrica, mi hijo me pregunta por qué no hago esa transacción por la Web, si están sencillo.
Obviamente estos dos ritmos de vida tienen sus variantes de acuerdo a la realidad socioeconómica de cada país o persona, pero en una sociedad con cierto nivel de desarrollo se vuelve tan común, que forma parte de nuestra cotidianidad. No me atrevería a describir cual de estás es mejor, porque cada una de ellas guardan sus propios encantos, lo importante es aprovechar las bondades que cada una ofrecen.
Fuente: http://cristinaaced.com/blog/2009/11/18/la-divulgacion-debe-continuar/